jueves, 12 de diciembre de 2019

Discriminación en el fútbol

Hacía poco que Jaibert escribía, y mucho menos que militaba por los derechos de la diversidad. Vivía en Caracas, aunque pasaba mucho tiempo en Maracaibo, por razones laborales.

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—Con los años, se intensificaron los espacios de diversidad. La gente empezó a salir de los armarios. Te decía antes, por ejemplo, el fútbol. Ahora hay espacios donde es posible jugar al fútbol sin discriminación, sin faltarle el respeto a nadie, sin decir: «Puto» o «Marica» como sinónimo de «Cagón», de «Miedoso», de «Traidor»; gente que entiende que nuestros hermanos peruanos, bolivianos, chilenos, paraguayos, judíos son iguales a nosotros y no merecen padecer agravios como los que suelen manifestarse en tantos lugares, especialmente en las canchas de fútbol. —¿Pero eso pasa? Es xenofobia eso. —Sí, querido. En una oportunidad, un grupo de amigos gays participaron en un intercambio de frases, en un posteo que hizo otro amigo gay, que había puesto algo así como «Vi festejar muchos bolitas con camisetas de boca hoy, ¿por qué será?». Boca le había ganado a River. En nuestro país, le dicen despectivamente: «Bolitas» a los de Boca. Bolita = boliviano. —Pero eso es terrible. —Y lo peor fue lo que comentaron los demás. Uno puso: «¡¡Me extraña el recurso barato!! Jejeje». Con ese «jejeje» tiró por la borda lo que hubiera querido decir de positivo. Otro puso: «Qué feo eso de discriminar a la gente por sus rasgos físicos». El flaco que hizo el posteo original le respondió: «Que se entienda que es el folclore de nuestro fútbol; el que siente y vive el fútbol lo sabe». 

—Claro, entiendo, lo toman como algo natural.

(...)

¿Y a nosotros nos quieren? ¿Cómo nos llaman?

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