martes, 3 de diciembre de 2019

Fede no le quita la mirada al pibe que lo enloquece

 «¿Qué habrá sido de Hernán González?», se dijo casi en susurros. Hernán y Fede se habían cruzado en varias oportunidades en un bar gay, cuando Fede comenzó a frecuentar el ambiente LGBT+. Hernán estaba en la barra, en el sector de la caja. Tenía todo lo que Fede deseaba. Una figura altiva, simpática. Aunque había resabios de un acné mal curado en su rostro, Fede soñaba con acariciar cada hoyuelo en torno a una boca que también deseaba besar con la urgencia que tienen dos labios que se desean como en las películas al despedirse, antes de volver a encontrarse en el gran final. Labios grandes, gruesos, perfectos para Fede. No alcanzaba a ver sus ojos, pero tenían algo que lo atrapaba. O quería que lo atraparan. 


(...)



Fede lo miraba, menos cuando le pedía la cuenta. Ahí bajaba su cabeza un poco. Se quedaba cerca para poder observarlo, y múltiples veces se cruzaban las miradas. (...) Fede le regalaba algunas sonrisas, que sacaba para que Hernán le prestara un poco más de atención, y acogía las de Hernán, que atesoraba en su mente mientras, horas después, en su cama, intentaba entregarse a sus sueños.

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