Quedó en verlo en unos días, al finalizar el congreso, pero una cosa llevó a la otra y no volverían a cruzarse hasta el año siguiente. Al despedirse, Nahuel lo abrazó con mucha intensidad y le recitó:
Que baile todo conmigo cuando bailo.
Que bailen mi pasado y mi futuro.
Todas las veces que no pude bailar
que bailen cuando bailo.
Que bailen mis recuerdos con mis huesos,
que bailen los recuerdos de mis huesos
y mi dolor que también baile con mi dicha.
Que baile todo conmigo cuando bailo.
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