jueves, 5 de diciembre de 2019

Fede recuerda a Alessandro

Fede recordó su paseo por La Rocinha con Alessandro. Y la noche que compartieron unos tragos en un bar de Ipanema, donde Alessandro le cantó una balada de amor:


De repente me reí sin motivo, sin saber por qué
y tuve ganas de soñar de nuevo con encontrarte.
Fue todo tan de repente, no puedo olvidar,
y confieso tuve miedo, casi dije no.




—Fue increíble. Me cantó la canción al oído. Sabía cómo dar en el blanco.

—Además, estaba compitiendo con Jhony —le dijo Ale.

—No. Son distintos. Hay mucha libertad. Hay amor. Y el amor es libre. Por lo menos eso es lo que viví. Los dos muy mimosos. Los dos muy presentes. Los dos muy libres de que yo pudiera disfrutarlos a cada uno.

—Qué raro que jamás te propusieron algo juntos.

—Lo pensé. Bah, lo fantaseé. Pero no lo busqué. Y no me importó.

—Quizás ahora, a tu regreso, se dé. ¿Yo puedo cantarte una canción para que no te vayas?

—Tu canción es hermosa. Tu manera de susurrármela —le dijo Fede, y Alessandro lo besó.

—Es que tú eres bonito y no pude resistirme.

—De la canción te hablaba, no del beso… Bonito… Bonito beso y bonito tú.

—También te hablaba de la canción.


Fede y Alessandro se fueron a caminar. Recorrieron muchos lugares que aún persistían en la memoria de Fede como de ensueño permanente al entrecerrar los ojos y al pensar cuando se quedaba mirando el techo de su habitación.

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