miércoles, 11 de diciembre de 2019

Primeros días en Bangkok

Querido Beggarbeach:

Fue una explosión de sabor sentir cada una de las especies que probé en cada una de las comidas que me dieron. No podés escapar de los olores en las calles. Es increíble porque, al sentirlos, sabés que estás en una calle de un país asiático. Es un olor constante, un aroma constante. Fue un corto viaje por el sur, nada del otro mundo, nada que papá o mamá no pagaran, pero esta vez quería que fuera distinto. Vivirlo por mí.



Llegué una madrugada de abril. La primera impresión de Bangkok es la mezcla de todo lo moderno y lo lujoso con las casitas precarias. Una mezcla de Baires con el conurbano. Te topás con dos edificios impresionantes, pegados con un barriecito que te conectaba con lo más humilde, onda Villa 31. Me llamó mucho la atención cómo los carteles de publicidad enaltecen la belleza de la piel blanca: tratan de imponer un marketing de una asiática con tez blanca extremista.

Pensaba en "La playa", cuando el personaje de Di Caprio se mete en uno de los hoteles que tiene todas las paredes gastadas, el ventilador de techo que gira (como el que mira Willard antes de ir a cazar a Kurtz). Eso me pasó tal cual. En el hostel, era una hilera de camas con un ventiladorcito y todas las paredes como carcomidas y demás. Era como estar en la peli sin un mapa más que yo.

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