jueves, 5 de diciembre de 2019

Un instante muy profundo entre Fede y João

Fede fue hasta la cocina a buscar algo para tomar y lo vio sentado en el sofá: lloraba. Preparó café, bebieron; el «obrigado» de siempre se transformó en «gracias, meu gato». Se quedaron en silencio. Fede quería abrazarlo, pero no pudo.


(...)


Fede encendió el velador, apagó la luz principal. «Fica un ratinho, por favor». Fede le acarició la cabeza.


(...)


Cuando Fede lo vio en Rio, quedó fascinado con su belleza. No es que fuera lo que las publicidades venden como modelos ideales para el consumo de la mayoría hedonista.


(...)


Era distinto y seducía de todas formas. Por lo menos, lo seducía a Fede.


(...)



En varias charlas con Luli y con Guni, intentó averiguar si les había compartido algo, pero las respuestas siempre fueron iguales: «Habla nada», «Se ríe y bromea mucho», «Se le iluminan los ojos cuando escucha tu nombre, aunque a veces seguro que no entiende. Pero decimos: "Fede" y, ¡zas!». .
Esa mañana (...) desayunaron juntos.


(...)


Al mirar fuera del colectivo, vio a un adolescente que tenía un aire. 


(...)


O es que necesitaba buscarlo en todos los cuerpos que se le cruzaban.


(...)


Se acordó de que esa última mañana de desayuno sonaba «I don’t do love».

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