domingo, 1 de diciembre de 2019

Rafa le cuenta a Fede sobre cómo quisieron aprovecharse de él

 —Llegué y… te proponen trabajo y, cuando preguntás e indagás más, son trabajos malos. Estuve yendo como una semana a migraciones para mejorar mi estadía. En ese tiempo, un tipo que conocí, bien pana, me preguntaba cosas: que si trabajaba y vainas serias. Y, como yo soy muy odioso, me aplaqué. Y hablé con el tipo. Es de afuera, del norte, pero vivía en Claypole. Entonces de la nada me pidió el número, que en su compañía podría trabajar. Él es abogado. Le comenté que yo también y así, todo fino. Pero yo no, ¡vergas!, o sea, es un amigo. Un carajo bien fino y servicial. Un día, en pleno mediodía, me llevó el almuerzo al hotel donde al principio me quedaba. Y yo, agradecido y con pena. El tipo es… bien chévere. Bueno, eso pensé yo. Después empezó a escribirme por sms. Y yo normal, le respondía por cortesía, porque se había portado bien en migraciones. Y a los pocos días, empezó a decirme que lo invitara a mi casa; yo ya estaba compartiendo un piso con dos chicas. Me decía que me quería conocer más. Hasta me invitó a vivir con él, que no me iba a faltar nada, que me ayudaba, con una intención de que yo le diera cuenta de sus gustos y de que él me iba a hacer un hombrecito.



—Te creo, te creo. ¿Y qué hiciste?
—Lo mandé a cagar. Era joven, un tipo lindo, pero así no, pana. Lo eliminé porque empezó con una falta de respeto…
—¡Ay, Rafita! Eso que te pasó, seguro…Nunca me habías contado esto, pero recuerdo conversaciones casi parecidas. Claro que esa fue más fuerte porque estabas recién llegado y el tipo te ayudó con segundas intenciones.
—Con primeras, querrás decir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario