miércoles, 11 de diciembre de 2019

Fede y João: La Rocinha y Floresta

João se quedó mirando su foto con Fede en La Rocinha, que les había tomado Alessandro. Se acongojó al verla; Fede lo notó al mirarle sus ojos vidriosos. Durante la primera cena, Fede le preguntó por su cicatriz, algo que João evitó contar con precisión hasta unas semanas después; cuando vieron en la TV una noticia sobre una pelea entre pandillas, le soltó la verdad. Luego de un café, Fede le preparó el futón del living para que durmiera, aunque esa noche João insistió en dormir en la misma cama. Solo durmieron, aunque João lo abrazó con mucha ternura y a Fede se le paró la pija, si bien se tiró un poco para atrás para disimularlo. Estaban tan cansados que se quedaron dormidos enseguida. 



(...)


João trabajaba de martes a sábado. Medio tiempo, por la tarde. Por las mañanas, se iba a correr al parque, y los domingos y lunes compartía el desayuno con Fede. Aprendió a tomar mate, pero lo bebía con mucha azúcar. Prefería el café. Fede lo introdujo en su círculo de amistades y lo conectó con dos chicos que organizaban un torneo de fútbol con equipos que promovían la diversidad en el deporte. En una oportunidad, Fede lo fue a ver jugar. A pesar de ser brasilero, su manera de jugar no destacaba sobre el resto. Pero João se reía mucho, se divertía, y eso lo confortaba a Fede, que se había transformado en algo así como su hermano mayor.

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