Ale fue directo y le dijo que se moría por besarlo. Fede le respondió lo mismo, pero que asistía con frecuencia a ese bar y prefería esperar a otro lugar.
–Bueno, vamos a un telo, ¿querés?
–¿Dónde?
La franela comenzó en el ascensor. Se tocaron los bultos, que ya estaban duros, y caminaron unos seis metros por un pasillo hasta la habitación. .
(…)
Recorrió el cuerpo de Ale. Beso mucho sus labios y su cuello, le pasó su lengua en ambas tetillas, a la par que lo mordía y notaba como Ale se encendía. .
(…)
Se aventuró por casi cuarenta minutos a meterle la lengua, pasarle los labios, morderle los cachetes, escupirlo y besarlo, lo que supuso estaba haciendo bien, ya que los jadeos de Ale indicaban un goce profundo.
–¿Cuarenta minutos? ¡Dejate de joder! –soltó Rous, la mañana siguiente…
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