lunes, 9 de diciembre de 2019

Fede se cruza con dos rosarinos en Asia

Ring!!!!!!!!!!!!!! Ring!!!!!!!!!!!! Ring??????? Per------dón???????????? No hay nadie. Lo escribo para que luego lo leas… Como si te fuera a dejar meter mano acá… Jajaja. De inocente no tenés nada. Aunque pintás aureola para los demás en tu parroquia. Zapineo como si fuera a aparecer algo que entienda. Beggarbeach, hablan cosas que no entiendo. Como no me entiendo a mí, que es algo común ya.

Me pedí una fanta naranja, un sándwich de crudo con queso y tomate, y un almendrado, como para matizar, soportar, regalarle a mi pancita un aperitivo rebeldón. El ruido en Phnom Penh es tan terrible como en Bangkok, pero a la vez no son bocinazos como en Baires, sino las manadas de motos andando por la vereda como si fueran peatones. Es lo más normal del mundo. Igual, no podés escaparte del caos del tránsito y esas calles de películas donde tenés un local de motos y al lado una verdulería y al lado una pescadería y al lado un local de informática, y después un callejón lleno de cables con pisos de tierra, y basura tirada. Es caos y desorden como mi habitación, como la tuya.




En el tren, clase C, en el que viajan trece, catorce horas, de un lado a otro, me crucé con dos músicos copados. Eran trenes peores que los que había en Argentina hace tiempo. Y te vendían de todo. Me llamó la atención que las bebidas te las daban en una bolsita con una pajita, en vez de una botella. Reloco.

Esta noche ceno con ellos, Emanuel y Manuel, juglares de la vida que también buscaban encontrarse.

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