lunes, 2 de diciembre de 2019

Fede le cuenta a Rous que se va

 —Te escucho.



—Todo es tan efímero... Entonces, me pregunto si vale remar contra tantas corrientes. Hay días que no me encuentro. Mucha gente que me rodea no se cuestiona nada. Andan. Respiran. Viven. Transcurren. Falling. Se dejan ir en un faso, en un licor, en un pase, en lo que pueda extirpar pensar el porqué de la existencia. Llorar la tarde en una noche, morir por la mañana al despertar. No ser. No ir. No andar. Las emociones son mirar TV; discutir un posteo sobre la ilegalidad del aborto, algo tan claro; subir la misma foto, con el mismo fondo, aunque sea distinta, aunque sea con otro mirar. Siempre un baño. Emociones al decirte cosas lindas hoy y en dos días decirle a alguien más: «Te quiero. Qué hermoso que llegaste a mi vida». ¿What the fuck? ¡¡¡Dos días después!!! Y sí, todo es tan efímero, que quizás el amor ahora es redes, es mostrar, es poseer algunas fotos como el mejor reflejo de lo que se necesita exhibir: músculos, pareja, un gym y la eterna figurita repetitiva con azulejos atrás. Esto nos pasa. Somos en un celular, en una red, en la ausencia de la charla y del abrazo sanador. El deseo de dormir en cucharita es solo la zanahoria por delante de un conejo que solo busca ponerla donde hay un agujero, que jamás la atrapará, porque le gusta ir detrás, siempre ir y nunca llegar.


—¿Y entonces?

—Tomé una decisión.

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