domingo, 8 de diciembre de 2019

Fede y Santino

En Santino encontraba un par. Por un lado, porque ninguno había visibilizado su orientación sexual a sus familiares y amistades al momento de conocerse. Por otro lado, tenía una piel con él como las que disfrutaría con Monty y con Jhony. Habían planificado viajar a Indonesia y a Filipinas. Habían definido irse unos días, a fines de febrero, a Salta, a Jujuy, a Tucumán. Fantaseaban con mudarse juntos, pero no como amigos, sino como novios oficiales. Confiaban mucho en cada uno y no usaban protección para hacer el amor.


(...)




Fede lo consideraba muy vivaz, inteligente, divertido y sumamente introvertido. 

—No soy tímido, soy intro. Estoy para adentro, buscándome, ardiendo. Como dejó escrito Cobain: «Es mejor arder que desvanecerse», y ¡boooommmm!, «Y llevás el caño a tu sien apretando bien las muelas… hojas muertas que caen…» —se puso a cantarle una noche de confesiones y de quimeras—, «Los que no pueden más se van». Y se fue el loco.

—¿Vos creés que estaba muy mal?

—Yo creo que no se bancó la fama, la boludez de las compañías disqueras. El pibe escribía grafitis en su pueblo donde decía: «God is gay». Decime una cosa… ¿no creés que tenía la fortaleza para hacerlo? Y luego, el sistema se lo devoró. Igual se salió con la suya y lo cantó en una canción.

—Sabía que lo hostigaban porque no había debutado, y no estaba bien visto que un hombre no hubiera cogido con una mina. 

—Fede, a veces uno hace lo que puede. A veces te aferrás a escorpiones que cruzás por el charco y en el medio te clavan el aguijón. No sé si con los humanos todo es tan natural. Hay patrones que repetimos y que aprovechamos para conseguir ventajas, pero qué tristes terminan esas personas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario