viernes, 6 de diciembre de 2019

Jhony le dice a Fede que se vaya a vivir a Rio de Janeiro

Jhony intentó convencerlo de que se fuera a vivir a Rio. Le advirtió que todo podía resultarle distinto al tratar de vivir y de realizarse. No sería un turista y podría ser dificultoso, pero tenía que probar. Ya había probado muchas cosas, y sus cambios habían sido positivos. Evaluaron posibilidades, aunque a Fede le quedaban muchas dudas. Era aventurarse a cambiar. Dejar sus afectos, un activismo que lo estaba contagiando a más, un trabajo —por fin— independiente, estudios que estaba queriendo encarar. Era romper, pero sus treinta y tres le hacían ruido. No se sentía joven como para probar y para equivocarse, pero tampoco se sentía como viejo para no intentarlo. El treinta y tres le hacía ruido. Había leído que era un número místico, especial, y no era casual que, al cumplirlos, había visto a su banda preferida, que había viajado al sur con alguien que lo conmovía.


(...)



También sus treinta y tres eran el reencuentro con su ex, a quien pudo abrazar y perdonar. «"Si hay que pedir perdón, yo te voy a perdonar", eso decile», le había repetido muchas veces Emilio.

—Es ahora —le soltó Jhony.

Para Fede no era tan simple ni tan así. Era definir muchas cosas, más allá de ese abrazo acogedor en su cama, entre caricias, el roce de los labios de Jhony, que adoraba mirar y recorrer con los suyos y con su lengua.


(...)


Fede lo llevó a pasear por el parque; lo llevó debajo de un árbol y contra el tronco lo comió a besos; luego pernoctaron en un hotel, ya que Jhony jamás había entrado en uno, y a pesar del cansancio y de lo que habían comido y bebido, tuvieron sexo. Por la mañana, desayunaron medialunas con café sobre la avenida Córdoba, cerca de la casa de Ale. Luego del segundo polvo, Jhony se quedó dormido. Fede puso algo de música y se quedó pensativo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario